Quisiera invitar a tomar café a la ansiedad, como lo hice ayer con la nostalgia. Pero no se está quieta, no puedo conseguir que se siente por un momento delante de una taza.
viernes, 22 de mayo de 2009
LA ANSIEDAD
Quisiera invitar a tomar café a la ansiedad, como lo hice ayer con la nostalgia. Pero no se está quieta, no puedo conseguir que se siente por un momento delante de una taza.
jueves, 21 de mayo de 2009
LA NOSTALGIA
De repente ayer, empecé a sentir una extraña melancolía, y ella arrastró hordas de pensamientos, entre ellos me acordé de la Generación del 98...
Pensé en Machado, enseguida corrí a la estantería a buscar el libro que recopila todas sus poesías, y me perdí entre sus páginas tratando de encontrar alguna señal por la que me había venido tal poeta a mi mente.
Allí, un verso que decía:
Y me encantó la forma que tiene de describir ese dolor; ese dolor que sólo la angustia puede provocar en el pecho. Me gustó mucho la imagen del barco que no puede naufragar, pero tampoco puede navegar porque no tiene estrella que seguir, porque no sabe a dónde va.
Yo he sido ese barco, de hecho a veces soy todavía ese barco. Cuando no naufrago, porque no enfermo ni muero, pero tampoco navego con rumbo, porque no hay sentido que guie mi caminar. En estos momentos sólo existo.
Son momentos para meditabundear, momentos para estar en ese silencio del que hablaba ayer. Un silencio no conclusivo, un silencio del proceso, un silencio que sólo en alta mar se puede escuchar!
Es entonces cuando la nostalgia de vida buena toca a las puertas, porque la memoria y la imaginación se convierten en un gran espejo que no refleja lo que hoy soy, sino aquello que fui, o aquello que debería ser. De no ser así, ese sentimiento no tendría cuerpo para tocar a mis puertas.
Tengo que abrir, aunque lo hago con la cabeza baja. No puedo dejarla fuera, tampoco puedo dejarla entrar y encerrarla en un saco. Decido pues invitarla a tomar café.
"Adelante querida (o no tan querida) compañera" - le digo desde el esfuerzo integrador-
"¿De veras no molesto?, no quisiera llegar en mal momento, pero hoy he visto luz encendida en casa y he decidido pasarme, hacia tanto que te esperaba" - me dice con ternura vestida de negro-
"Hace días que he encendido la luz, y en principio no la voy a volver apagar. Así que sabes que siempre serás bienvenida. Dime pues cómo te puedo ayudar"
"Sólo con dejarme quedar aqui, cerca tuyo ya me siento mucho mejor. Pensaba que no querías saber de mi. Gracias por el café y las galletitas"
Se sentó, y estuvimos mirándonos a los ojos por un buen rato. Unos ojos negros, grandes y muy penetrantes tenía la Nostalgia.
A medida que se acababa su taza de café, parecía que se esfumaba. Y en cuanto volví de la cocina con un platito de fresas ella ya no estaba. La puerta ni se había abierto, ni cerrado. Se fué, aunque no sé si para no volver.....
miércoles, 20 de mayo de 2009
EL SILENCIO
Tengo desde hace algún tiempo una necesidad imperiosa de SILENCIO. Y esta necesidad me ha llevado a encontrarme con una vieja amiga y compañera: la SOLEDAD.
Al encontrar ese silencio, esa ausencia de sonido provocado por mi persona en el exterior, empiezo a escuchar las voces de la consciencia que se manifiestan una tras otra.
Fuera nada, dentro todo... eso sí NADIE.
En esa ágora interna escucho algunas de las voces con mayor claridad que otras, son entre esas más fuertes en las que descubro la CULPA.
Me habían hablado de ella, y yo pensaba que no la conocía. Es decir podía imaginarla, como me imagino un duende, pero nunca lo he visto. La había incluso leído; sabía que seguramente estaba en ese armario sin luz que se esconde entre mis pulmones, pero todavía no la había encontrado. Y así, sin buscarla, apareció, la identifiqué entre las miles de voces que oigo en el silencio de la soledad.
Dura y seca, rígida como la madera de un bastón de caminante. Dispuesta a torturarme con sus azotes. Melancólica de algo que nunca existió, que nunca fué. Y yo víctima voluntaria de ese veneno, bebiendo con sed de agua pura.
Encarándola, tal gladiador a un león en el Coliseo, siento la parálisis en todo el cuerpo. Empieza en la lengua, sigue en la traquea, hasta llegar a las entrañas que se contraen evitando que el aire respirado llegue hasta ellas. Seguramente se trate de un estado que asemeja al pánico. Quietud, pero no una quietud relacionada con la paz o la armonía, sino más bien con el estado de "knockout".
Un grito ahogado en la inactividad fervorosa.
"¿Por qué te sientes culpable?" - La parte de mi, que después del agotamiento, pregunta emanando compresión-.
"Me siento culpable de la necesidad de silencio y de soledad. Me siento culpable de mostrarme ante un mundo como sujeto inactivo y ensimismado. Me siento culpable de no ser como se supone que debiera ser. Me siento culpable de no contar con las fuerzas para relacionarme con el ambiente desde la "normalidad", desde las reglas con las que todos juegan. Me siento culpable de no tener la energía para "pertenecer" a esta sociedad y participar de ella." - Contesta casi entre sollozos de dolor otra parte mía que ocupa la mayoría de los escaños de mi parlamento interior-.
Voces que no me pertenecen, que son de otros que están muy cercanos a mi, también pueden ser escuchadas en ese silencio: "Vamos, reacciona, no puedes quedarte ahí en el atrapo para siempre!... No ves, qué día tan estupendo hace hoy!! no te escuches demasiado, no te hagas caso y reacciona!!!"
Esas voces me dañan más, pues hacen coalición con los escaños de la culpa y entonces generan una mayoría absoluta en mi que es difícil de superar.
En esos momentos intento apelar desde las minorías sabias que reclaman sus derechos ancestrales sobre la tierra, a esa parte mía que quiere VIVIR y DISFRUTAR de su existencia, sin juicios. Es entonces cuando me digo y me repito:
"PERMÍTETE!!!!"
martes, 19 de mayo de 2009
EL MIEDO
Puedo imaginarme a la Tierra en estado agonizante, de hecho a veces me parece sentir una agonía semejante al saberme habitando un planeta que vive en la desigualdad, en la dejadez, en la suciedad, en el conflicto, en la mentira, en la ambición, en el "no se puede hacer nada, las cosas son así"...
Quiero compartir el miedo que siento al empezar a escribir este blog; quiero compartir el miedo que siento al escribir cada palabra y creer que será juzgada cuando sea leída. Probablemente me he acostumbrado a vivir en un mundo donde todos hacemos uso de nuestro don de visión, y de escucha para emitir juicios de lo que vemos, leemos y oímos. Sé que escribo desde el anonimato y eso (muy probablemente tontería) me da seguridad y me deja continuar tecleando en este piano de la modernidad.
Acepto ese miedo a "ser", lo encaro para mirarle a la cara y descubrir que es un niño en pijama que quiere dormir y no puede.
He decidido permitirme sentir el miedo a ser objeto de juicio. Ello me lleva a darme cuenta de un miedo a existir; a manifestar lo que soy, lo que pienso, lo que creo, lo que siento... Al darme cuenta de ese miedo, surge la rabia: " cómo es posible que YO (para mi personalidad hambrienta de reconocimiento y perfección) tenga miedo a "ser", a escribir lo que profundamente piensa y cree??".
Y bueno, lo curioso del caso es que cuando acepto ese miedo, y por ende acepto esa rabia que me nace luego de haber aceptado el miedo, me siento mejor!